Lucrecia Quinteros - "Ella, la que respira básquet"

Su historia

Hace varios años que, en nuestro país, el básquet femenino está en constante crecimiento, pues la lucha de las mujeres por la inclusión llegó a todos los ámbitos. El deporte no fue la excepción de esta tendencia y el mundo de la pelota naranja, menos. En este último tiempo muchas mujeres con trabajo minucioso y constante, fueron ganando terreno en un mundo de hombres. No fue fácil romper con un paradigma, donde los únicos permitidos parecían ser los varones.

Estas líneas abordan la historia de una piba de pueblo, madre dos hijos, esposa y ama de casa, cuya pasión por el básquet siempre la llevó a no bajar los brazos, a seguir empujando todo obstáculo para cumplir el sueño de muchas amantes de este deporte que hace décadas vienen luchando por una oportunidad para hacer simples, dobles y triples. Se trata de Lucrecia Quinteros, a quién cualidades deportivas no le faltan, y en su vida, la audacia, el entusiasmo y la alegría son pilares fundamentales que hacen justamente que jamás se doblegue, que siga avanzando sin perder las esperanzas de que el día siguiente será mejor y así se irán cumpliendo cada uno de sus objetivos y sueños. Para quienes la conocen, ella es “La Lucre”. Su amor por el básquet comenzó en el año 1997 cuando tenía sólo 6 años. Por entonces, el deporte de cinco jugadores llegaba al club Sportivo Balnearia y ahí comenzaba la práctica de esta hermosa disciplina grupal. En un club de pueblo, donde la prioridad era compartir y disfrutar no sólo del juego, sino principalmente momentos con amigos, y gente conocida. Lucrecia nació en Balnearia, Provincia de Córdoba, el 20 de agosto de 1985, y llegó a esta vida, generando alegría de muchos, sobre todo de sus hermanos mayores, y obviamente de sus padres. En su casa se volvió habitual ver mamaderas y pañales. Así se constituyó esta hermosa familia con esa incondicionalidad propia de las madres, en este caso de María Esther Moya –una luchadora incansable– y de su papá, Víctor Quinteros, un hombre serio, bueno, querido por todos.

Lucre se reconoce inquieta, extrovertida, curiosa, charlatana, entre otras características de ese temperamento ruidoso, porque quienes la conocen saben que es multifacética: cose, practica deporte, le gusta el arte, las manualidades, y tiene ese espíritu de buena gente, siempre dispuesta a dar una mano cuando alguien lo necesita, virtudes muy valiosas en estos tiempos. Es la menor de tres hermanos: Valeria (1973) y Gustavo (1978), la más mimada y protegida si bien no tuvo oportunidad de compartir juegos con sus hermanos, por la diferencia de edad, siempre se sintió así protegida, apoyada y amada por ellos. Su barrio, en su pueblo natal, estaba poblado de niños y niñas, y si bien hoy los juegos no tienen género, ella recalca que siempre sus preferidos fueron los que practicaban los varones. Su infancia fue hermosa, con aroma a barrio, amor de familia, y calor de amistades (esas que hacen sentir que uno vibra en cada encuentro, en cada caricia, en cada afecto transmitido). A los 6 años de edad, exactamente cuando estaba cursando primer grado, a Lucre le llega una invitación para comenzar básquet femenino en el club Sportivo. “¿Básquet?”, preguntó ella, con esa inocencia e ingenuidad que caracterizan a una niña. “¡Sí, básquet!”, le confirmaron. Seguramente no debe haber sabido bien de que se trataba, pero era la oportunidad para conocer de cerca algún deporte. Ese día, la acompañó su madre, y ese instante quedó grabado en sus retinas y en su corazón. Luego pudo recorrer un camino de triunfos y derrotas, que en definitiva la llenaron de satisfacciones. Posteriormente, comenzó a asistir al club, en su pequeña bicicleta, con sus compañeras del barrio.

Sus recuerdos del club de sus inicios, vienen a su memoria con una lágrima, esas que evidencian que el recuerdo la transporta a un sitio donde fue feliz. Seguramente su mente se ve invadida por imágenes de una cancha pintada, aros de básquet de madera, jirafas, y ese aroma peculiar de la goma de la pelota naranja que entró por sus poros para no salir jamás de su piel. Tiene grabado en su mente y en su corazón cuando trasladaba la pelota con las manitos pintadas, las que ayudaban para efectuar lanzamientos directos al aro, o para asistir a alguna compañera mejor ubicada. Ponerse la camiseta, entrar en calor y luego ingresar al campo de juego, constituyen tres placeres sublimes en su vida. La pequeña basquetbolista, amó este deporte desde el día que lo conoció. Desde entonces, el vínculo con la redonda nunca más se rompió. Lucre recuerda con mucho respeto a su profe Carlos Figueroa de quien aprendió todo del básquet, luego en el colegio continuó con Fabiana Nocco quién la dirigió y entrenó.

Pasaron los años, pero mantiene intacta la amistad con muchas compañeras deportivas que siguen siendo sus amigas, como por ejemplo: María Luz Giordano; Juliana Lagos, Macarena Ruiz y Melisa Bertola a quien recuerda como una persona hermosa que viajaba desde Marull a jugar con el equipo y a quien adora desde entonces y para siempre. En la escuela secundaria, también formaron un equipo de básquet y eran las mismas valientes mujeres del club, así que compartían también intercolegiales en los que les iba muy bien. Transcurrió el tiempo, el nivel medio llegaba a su fin, la mayoría de las chicas del equipo se iba estudiar a Córdoba y el básquet femenino se disolvía. Si bien sólo tenían 17 años y eran pocas, sus ganas, su energía, ese amor que corría por sus venas no podía apagarse tan fácilmente, así que decidieron practicar con las mayores-veteranas, con los varones que se juntaban a pelotear todas las semanas o los fines de semana con ellas. Gratos momentos compartió con sus compañeros del cole y del club, quienes contribuyeron a no cortar ese lazo que la unía a ese deporte. Ellos son Facu Moreno, Yago Trucco, Ezequiel Sampó, Matias Elsener, Caco Moresco, Kurt Rowbothan, todos compartían el mismo amor: básquet y Sportivo.

Su memoria guarda como a un tesoro, haber ganado la terna de básquet femenino, a la mejor jugadora, en su club, y tantos premios en cada fiesta del deporte. Fueron muchos los campeonatos ganados de la liga con su equipo, y un provincial en el que quedaron segundas, en la escuela secundaria.

“La Lucre” creció, pasaron los años y se convirtió en mamá muy jovencita. A los 21 años, llega a su vida, su tesoro más preciado hasta ese momento: Damián. Por entonces, la flamante mamá trabajaba y sólo practicaba el deporte como un hobby, cada tanto, y en un maxi básquet que de a poco se conformaba con mujeres de Sportivo y en ese entonces, también con mujeres de Independiente. Recuerda que, en Santa Rosa de Río de Primero, el básquet femenino era popular. Participaba en comerciales a los que era invitada para formar parte del equipo, en general eran todos varones, y sólo una mujer por equipo. Ella sentía esa igualdad de condiciones, de habilidades, de juego, y que no había diferencia de género. En el año 2009, Lucre vino a vivir a Freyre muy enamorada de su compañero de vida, Cristian, y con su pequeño Damián de 3 años. Una vez instalada en esta localidad, quiso continuar con la práctica deportiva pero aquí no había básquet femenino. Esto le provocó dolor, o quizás desconcierto, porque casi nadie sabía de este deporte entre las mujeres, sólo algún que otro nostálgico comentaba que hacía muchos años se había practicad pero que nunca se afianzó como para continuarlo. Entonces dejó de insistir y reprimió esa pasión para poder seguir adelante, depositando la energía en la familia, y en las amistades. Ni siquiera tenía una pelota de básquet como para ir a hacer unos tiritos al aro del club 9 de Julio. Su hijo crecía y tampoco le daba importancia a este deporte.

En 2010 se casó, y un año después nació Lupe, su segunda hija. En ese momento se dedicó por completo a la crianza de los dos pequeños. Escondió en algún lugar de su cuerpo ese amor por el básquet hasta que Dami cumplió los 7 años y quiso practicar este deporte (dato: Dami ya participó de su primer provincial representando a la Morterense en U13). En 2015, su cuñada que vive en Morteros empezó a jugar al básquet en el Club Tiro, y es allí donde recibió la invitación para formar parte de ese plantel, aun sabiendo que sería difícil viajar, cuidar a los niños, la casa, la familia. Igualmente decidió no desaprovechar esa oportunidad. Si bien los comienzos son difíciles, la voluntad y las ganas estaban intactas, Su entrenador en ese momento era Nicolás Bolis, quien le facilitaba una práctica el sábado previo al partido del domingo. El apoyo que le brindaron sus compañeras fue clave para seguir retomando su sueño.

En 2016, en el mes de noviembre, fue convocada participar de un provincial de básquet femenino, en la Asociación de Básquet de Morteros, primero pasando una preselección y luego teniendo el honor de formar parte del primer equipo a nivel provincial, en la historia del básquet femenino en la Liga Morterense. Un año después comenzó a entrenar en el Club Centro y Social de Brinkmann, viendo la oportunidad de comenzar a practicar este deporte en esa ciudad, comenzando con un ritmo de prácticas más intenso, y con menos distancia para recorrer lo que facilitaba su entrenamiento deportivo. Por cuestiones personales no pudo continuar viajando y por tanto, con mucho dolor, no fue parte del equipo que participaría del Provincial de Básquet femenino. En 2019 retomó la actividad y fue seleccionada nuevamente formando parte del equipo que representaría a la Asociación de Básquet de Morteros. Actualmente juega para Centro de Brinkmann. Su entrenador es Germán Giavenno. Lucre viaja dos veces a la semana a entrenar y dos o tres domingos al mes a jugar. El básquet va creciendo como lo hace ella en cada entrenamiento, en cada partido. Su fuerza, su espíritu audaz y su constancia son innegables y se ven a simple vista cuando se prepara físicamente en un gimnasio local. Este año ya son siete los equipos de básquet que conforman la liga, dejando en evidencia que la disciplina se enriquece cada día en los clubes de la zona, desde categorías muy pequeñas.

La basquetbolista protagonista de esta historia, dice amar este deporte por lo que es y por todo lo que cosechó: amigos, momentos, anécdotas, lugares y mucho afecto de gente que jamás olvidará. Su amiga y preparadora física, María José Gargatagli expresó: “Lucre no empezó hace cuatro años, ella desde muy pequeña respiró básquet, se fue formando con la idea de equipo, fue creciendo en cada pique de pelota, con cada pase, con cada entrada en bandeja. La vida la llevó por otros caminos, se casó, formó su familia, fue mamá de dos hijos, uno heredó su amor por este deporte. Pasó el tiempo, pero siempre mantuvo intactas las ganas de volver a la cancha. Por suerte el básquet femenino se hizo un lugar y ella con mucho esfuerzo pudo volver a jugar. Ella nos demuestra diariamente que si se quiere, se puede, que cuando tenés clara la meta, se hace más fácil el camino”.

Es indiscutible que sin el apoyo incondicional de sus hijos y su marido, los mayores pilares de su vida, no hubiese podido volver a tocar la pelota, pero ellos afirman que aman verla feliz, acompañarla y ser su hinchada favorita. Ahora sólo le queda un sueño y es poder lograr en Freyre el básquet femenino. Esta es su próxima meta y seguramente será realidad, porque lo que se propone “La Lucre”, lo cumple. Sería mágico verla jugar vistiendo los colores del club 9 de julio olímpico de Freyre. Por lo pronto va a seguir ligada al deporte acompañando a su hijo y ojalá eso sea para siempre. Lucrecia sabe que un viaje de mil kilómetros comienza con un solo paso, y que Dios nos dio la capacidad de soñar pensando también en la posibilidad de convertir cada sueño en realidad, porque si hay alguien que sabe de sueños, de lucha, de esfuerzo y de ganas, es justamente ella. Es necesario comprender que el mundo necesita este tipo de personas, las que aman lo que hacen, las que hacen sin pensar en la victoria.

¡Felicitaciones por fomentar la inclusión de la mujer mediante la práctica deportiva! Tu nombre se aloja en el Museo Virtual del Deporte de Freyre.

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