Mauro Bearzotti - "Entrena mientras ellos duermen"

Su historia

El vóley fue creado en 1895 por William G. Morgan. Era entonces director de Educación Física en el Ymca de Holihoke, en el estado de Massachusetts (EE.UU.), y había desarrollado un amplio programa de ejercicios y de clases deportivas masculinas para adultos. Se dio cuenta de que necesitaba de algún juego de entretenimiento y competición a la vez para variar su programa. Morgan describe así sus primeras investigaciones: “El tenis se presentó en primer lugar ante mí, pero precisaba raquetas, pelotas, una red y demás equipos. De esta manera, fue descartado. Sin embargo, la idea de una red parecía buena. La elevamos alrededor de 6 pies y 6 pulgadas del suelo, es decir, justo por encima de la cabeza de un hombre medio. Debíamos tener un balón y entre aquellos que habíamos probado, teníamos la cámara del balón de baloncesto. Pero era demasiado ligero y demasiado lento; entonces probamos con el balón de baloncesto, pero era demasiado grande y demasiado pesado. De esta manera nos vimos obligados a hacer construir un balón de cuero con la cámara de caucho que pesara entre 9 u 12 onzas”.

El vóley fue introducido en la República Argentina en 1912 por la Asociación Cristiana de Jóvenes. En 1932 se fundó la Federación de Vóleibol Argentino. Al año siguiente se organizó el primer campeonato nacional de primera división y el primer reglamento oficial se produjo en 1936. Desde entonces la práctica de este deporte, donde abundan los saltos, remates, tantos y festejos, se expandió por toda la geografía nacional, hasta llegar a ser uno de los deportes más populares en nuestro país.

Freyre no fue la excepción de esta tendencia. Todo lo contrario, este municipio del noreste cordobés, se convirtió rápidamente en tierra fértil para que brotaran excelentes jugadores y jugadoras que empuñan y levantan con afecto y respeto, hasta nuestros días, la bandera del Voley local en todo el suelo de nuestra Patria.

Tal es el caso de nuestro homenajeado de hoy: Mauro Javier Bearzotti, nacido el 3 de agosto de 1978, apasionado de los deportes, en general, y del voley de manera especial. El primer romance de Mauro con esta disciplina deportiva acaeció en su adolescencia, cuando viajaba a la ciudad de Villa María, puntualmente al Colegio Rivadavia, para jugar e ir “armando” su futuro profesional ligado a esta disciplina de 6 jugadores titulares. Por entonces, su sueño era “saltar, rematar y hacerle un punto al destino”, para llegar a integrar, algún día, la Selección de vóley. Aún no sabía lo que el destino le tenía reservado para premiar su talento y esfuerzo. Tampoco dimensionaba que se convertiría en un digno representante del deporte freyrense.

Desde sus inicios, Mauro entendió que el juego debía ser motivo de entretenimiento, pero también de responsabilidad y entrega, visión digna de alguien que se tomaba las cosas en serio, como un verdadero deportista profesional. Estas virtudes seguramente las heredó de sus padres, Hernán y Graciela, pilares fundamentales en su vida personal y deportiva.

Cuando el vóley local comenzó a trascender, el Club Atlético 9 de Julio Olímpico de Freyre fue la institución que se convirtió en un puente esencial para que muchos deportistas locales transiten rumbo a sus sueños, a través de la preparación necesaria para ello.

Un buen día, Mauro comenzó a cruzar ese puente junto a otros destacados jugadores como Daniel Garessi, Rodrigo Buffa, Juani Pulidori, Mauricio Brezzo, Andrés Trossero (entre otros), sumándose a un grupo ya consolidado compuesto por Javier Rivoira, Claudio Bono, Hernán Binner, Daniel Rivoiro, Mauricio Garesi, Luciano Grosso, Javier Godino (a quien Mauro tomó como referente), entre otros. El afecto de Mauro por el 9 de Freyre, fue creciendo a la par de su amor por el vóley, un sentimiento imperecedero que llevó, lleva y llevará con orgullo.

Con las enseñanzas de un formador serial de gladiadores del vóley, como lo es Roberto “Tobeto” Rittiner, y con el acompañamiento incondicional de su hermano del corazón José Luis “El Colo” Brussa, Mauro comenzó a respirar la atmósfera del mundo vóley del Club 9 de Julio y a reconocer el aroma a gloria que allí abunda.

En aquellos tiempos todo lo que se hacía era a pulmón y poniendo el corazón. No había aportes de empresas e instituciones que alivianaran el costo de los viajes y estadía de los jugadores. Se acudía a la colaboración de las familias freyrenses –y la familia de Mauro, vale remarcarlo, estuvo siempre a disposición–.

La trayectoria deportiva de este freyrense, está repleta de reconocimientos. Obtuvo premios como mejor jugador en numerosas ocasiones, pero también fue distinguido en cuantiosas oportunidades por su condición de buena persona y buen compañero. Los torneos en Villa Ocampo, los “Argentinos” disputados con la Selección de Córdoba, los clásicos con el C.A.S.I y los torneos intercolegiales, son algunas evidencias contundentes de ello.

Mauro era de los “buenos”, dentro y fuera de la cancha. De esos jugadores que cualquier técnico quisiera tener en el equipo. Para el entrenador Roberto “Tobeto” Rittiner, Mauro le hacía honor a la frase de Muhammad Ali: “Entrena mientras ellos duermen, estudia mientras ellos se divierten, persiste mientras ellos descansen y vive lo que ellos sueñan.” Mauro sólo quería tener un balón entre sus manos…

Su familia fue y es su sostén cotidiano. El cariño recibido de sus padres, de su esposa Romina, de sus hermanos Diego y Alejandra, y sus sobrinos Sofía, Jerónimo, Pilar y Bautista, es el mejor combustible para su andar en la vida. Le brindan un impulso similar a la potencia de sus piernas cuando saltaba ante la red, algo que lo caracterizaba y que hacía que los rivales altos como rascacielos, también tuvieran que mirar hacia arriba sorprendidos, toda vez que Mauro quedaba suspendido en el aire, para culminar la jugada con un remate enérgico que se estrellaba contra el piso –derrotando todo brazo que intentara sobreponerse para impedir el punto-.

Era un jugador distinguido por su talento, un compañero leal, dentro y fuera del vestuario. Una persona consciente de sus habilidades, pero que sabía que debía confirmarlas con esfuerzo y dedicación. Siempre tuvo bien en claro que la idoneidad hace ganar partidos pero que el trabajo en equipo y la inteligencia, son los que hacen ganar campeonatos, en el mundo del deporte y en la vida. Por tanto, siempre actuó en consecuencia.

El reconocido jugador de vóley y ex técnico de la Selección Nacional, Daniel Castellani, tuvo en vista a Mauro, valoraba su juego y su compromiso. Quizás faltaron sólo dos o tres gramos de suerte para que nuestro homenajeado vistiera la casaca de la Selección Nacional, porque méritos le sobraban.

Cuando Mauro detectaba que las piernas ya no funcionaban al 100%, jugaba con el corazón, con esa energía que proviene del interior y que asoma con firmeza para afrontar momentos adversos. Con garra y convicción salió a defender su camiseta en cada ocasión. Durante su etapa como jugador, fue dueño de una técnica admirable y de un motor físico que complementaba a la perfección sus destrezas deportivas.

Su tránsito por el deporte no se limitó al vóley. Practicó básquet, pádel, tenis, natación y cuando estudiaba en Córdoba solía jugar con amigos al fútbol, como marcador de punta. Actualmente, sale a pedalear con su bici y practica Golf (toma clases para esto, para mejorar día tras día). Sus ídolos son de variadas disciplinas. Todos poseen la peculiaridad de ser consagrados, pero principalmente buenas personas como él: Manu Ginobili (básquetbol) y Roger Federer (tenis), por mencionar algunos.

Mauro dejó un buen recuerdo en todos los equipos que integró. En sus compañeros, en sus entrenadores y en los simpatizantes.

Por su juego, su compromiso y su hombría de bien, su nombre se ganó un merecido lugar en el Museo Virtual del Deporte de Freyre. ¡Felicitaciones Mauro Bearzotti por el camino recorrido y muchas gracias por iluminar el camino del deporte para que nuevas generaciones encuentren allí un buen modo de vida! Un profundo agradecimiento a Andrés Trossero y Roberto Rittiner por la colaboración brindada para edificar esta valiosa historia.

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