Norberto Cuello - "El constante eterno"

Su historia

Para muchos hombres y mujeres el fútbol es esencial en sus vidas. Lo juegan desde pequeños hasta grandes, aman a su club, a su camiseta. Desean que llegue el domingo para ir a ese sitio que tantas sensaciones les produce. El fútbol les genera amor, dolor, ansias, tristeza, amistad, regocijo y esperanza, entre otras emociones. El fútbol es “pasión de multitudes”, es más que un deporte, es una filosofía de vida. Puede llegarse a suponer que quienes lo practican lo hacen del mismo modo con el que se comportan en sus vidas. Tal es el caso del homenajeado de hoy: Norberto Juan Cuello, alias “el Negro”, alias “Alonso”, nacido en Freyre el 11 de noviembre de 1975.

Desde niño mamó la filosofía futbolera, tiró paredes con la vida mostrando sus dotes de buen jugador y su persistente convicción de ser feliz con una pelota en sus pies –debajo de la suela del botín derecho–. Sus padres, María Constancia y Manuel, junto a sus hermanos María, Marcela, José Manuel, Ana y Mónica, vieron transitar la vida de “el Negro” rodeado de medias, vendas, canilleras, pantaloncitos cortos y camisetas de todos los colores, guardando un especial cariño por las casacas del 9 de Julio Olímpico de Freyre, Talleres de Córdoba y Boca Juniors, sus tres amores deportivos.

Siempre se caracterizó por su impronta en el campo de juego y sus palabras al aire ordenando las posiciones de sus compañeros en el campo de juego, o bien, cuestionando ciertos fallos arbitrales que iban metiendo injustamente a su equipo cada vez más cerca del su arco. Porque “Alonso” no sólo juega, él siente, y esto lo nota hasta la persona más distraída. Era posible verlo en el medio de la cancha, luchando cada pelota, corriendo como un perro de caza a cada rival para quitarle la pelota, moviendo sus brazos y sus manos para orientar a sus compañeros, o parado en el círculo central con las manos en la cintura observando cada detalle de la cancha –cuando la pelota estaba afuera o cuando se detenía el partido porque había algún jugador tendido en el piso–. Le gusta apoderarse del balón y tocar rápido, siempre con pases al ras del piso, al pie de un compañero o a la espalda del rival, para que los delanteros de su equipo les ganen la espalda a los defensores del otro equipo, a toda velocidad, y queden cara a cara con el arquero. El Negro, también tenía asistencia perfecta a los entrenamientos. “El frío y la lluvia no son excusas para faltar a entrenar. Si te gusta el fútbol hay que venir a entrenar llueva o truene. Hay que arremangarse”, suele repetir.

Comenzó su trayectoria deportiva a los 8 años en el Club Barrio La Quinta de Villa Carlos Paz. En su juventud alternó participaciones en el 9 de Freyre y varios clubes de la villa serrana hasta afirmarse en el equipo de primera división del Club 9 de Julio Olímpico de Freyre.

Un par de años después integró el equipo de ATILRA con el cual disfrutó de numerosos logros, pero también alguna vez sintió que la angustia se apoderaba de su pecho cuando su equipo perdió dos finales en la Liga de las Colonias. Así es el fútbol, hay momentos que cuesta digerir, pero lo bueno es que siempre da revancha –dice un hincha del 9 y admirador de “Alonso”–.

Tiempo después y hasta la actualidad, “Alonso” es parte de dos equipos de alta performance en nuestra localidad: Circunvalación (de la Liga Barrial de Fútbol Amateur) y el quipo de los Veteranos, en el fútbol senior. En su extenso trotar por el mundo de la redonda, compartió grandes momentos con sus colegas, pero se destaca uno en especial. El hecho tuvo lugar antes de comenzar un cotejo en Villa Carlos Paz. Cuando Alonso se sorprendió con la presencia de su compañera esposa Betina y sus hijos, brindándole aliento detrás de la línea de cal, lo que significó para él jugar uno de los partidos más lindos de su vida, a pesar del resultado. Si lo comparamos con un vehículo, el homenajeado podría ser un todo terreno, por su forma de jugar y su modo de andar la vida. De cada adversidad tomó fortaleza para superar los obstáculos deportivos. Sufrió la rotura de los ligamentos cruzados y padeció fuertes pérdidas personales (el fallecimiento de su querida hermana Mónica). Pese a estos episodios sombríos, siempre se levantó, y siguió luchando. Un viejo paredón exhibe un grafitti a medida para este deportista local. Dice así: “Lo importante en la vida, no es la cantidad de veces que caigas, sino cuantas veces te levantas”.

Pero, a la gente todo terreno como Norberto le sobra coraje y perseverancia para tirarle caños y sombreros a la derrota que alguna vez lo visitó – como a todos los mortales-. Quizás su receta sea vivir aferrado a sus afectos familiares, al cariño de su señora Beti y a sus hijos Federico, Milagros, Jennifer, Morena y Alma. Este equipo le brindó la contención y fortaleza necesaria para fortalecerse, salir a la cancha y mostrar su ahínco en el campo de juego. Sus piernas parecen motores impulsados por un corazón de dimensiones oceánicas.

Norberto Juan Cuello, alias “el negro”, alias “Alonso” dice que su mamá María Constancia es su ídola. Ella es su ejemplo a seguir, por la garra y las ganas con la que vive la vida. Ella es quien marcó un sendero que “Alonso” eligió transitar. Por eso no es en vano suponer que el segundo nombre de la progenitora, tiene mucho que ver con una de las virtuosas características deportivas de su hijo…

Por la dedicación demostrada, por hacer del deporte un modo de vida y por vestir la camiseta de Freyre con responsabilidad y orgullo, el nombre Norberto Juan Cuello merecía este reconocimiento público. Su nombre se emplaza en la galería de nombres del Museo Virtual del Deporte local, y engrosa el listado de freyrenses que llevan a nuestra localidad bien alto. ¡Felicitaciones querido “Alonso”; gracias por tu inconmensurable entrega!

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