Yamila Vagliente - "Vagliente; con v de vóley"

Su historia

Cuando el verano empezaba a retirarse, los integrantes de una familia freyrense no estaban abocados a los preparativos del ciclo escolar sino preparados para vivir un momento único que cambiaría sus vidas para siempre.

Daniel Vagliente y Adriana Zmutt esperaban ansiosos el arribo al mundo de de su primogénita, Yamila Daniela Vagliente, quien llegó para empapar su alrededor con llantos, risas, pañales y encanto. Nos animamos a decir que una de las primeras palabras que Yami balbuceó fue “mía”, como sucedería años después, con asiduidad, en las canchas de vóley, cuando se hacía cargo de los momentos críticos de su equipo e iba en búsqueda de las pelotas más difíciles, para evitar el tanto del equipo rival. Este relato refiere a una mujer atrapada por el vóley, un juego apasionante, que requiere coordinación, concentración, entrenamiento y técnica.

Yamila, junto a sus padres primero, y luego con sus hermanas Cecilia y Rocío, formó un gran equipo. Sus espíritus emprendedores fueron esenciales para que todo esfuerzo individual conlleve a un logro compartido.

Desde pequeña fue integrante del equipo local “Las tamberitas”. Perteneció a la camada dorada del vóley del Club 9 de Julio Olímpico de Freyre, rodeada de otras jóvenes talentosas que brillaron con su juego, en la zona, en la provincia, en el país, y más allá de las fronteras nacionales. Yami materializó, en la cancha, su concepción y convicción de que el juego colectivo articulado, es más potente que los talentos individuales dispersos. En otras palabras, “el todo, bien administrado y conducido, es superior a la suma de las partes”. Llevar este esquema al voley, le permitió a Yami y a sus compañeras, lograr un óptimo desempeño. Las redes, los árbitros, los técnicos, los medios y el público son testigos de estas afirmaciones.

Esta joven freyrense, en su adolescencia, vio como el deporte competía, en su interior, con otros atractivos propios de esa edad. En un primer momento, esto generó ciertas dudas de su continuidad en la senda deportiva, pero, así como en numerosas veces estiró su brazo para que la pelota se estrellará en él –evitando que tocara el piso–, con el apoyo de sus padres, compañeras y su guía deportivo, el entrenador Roberto Rittiner, Yamila pudo tomar la mejor decisión: continuar perteneciendo al mundo del vóley y al universo de “Las tamberitas”.

Por entonces, ni siquiera sospechaba que ese espacio con aroma a remates, recepciones y armados, en poco tiempo le daría numerosas satisfacciones. Las dudas pronto se convirtieron en certezas que la acompañaron, acompañan y acompañarán en su trayectoria vital. Yamila, fue integrante de equipos que ganaron numerosas finales a nivel provincial y nacional. Integró nada menos que la Selección Argentina de Vóley y pudo participar del Sudamericano 2014, disputado en la ciudad de La Paz (Bolivia). Luciendo la camiseta de la República Argentina, jugó de central; un lugar que se ganó por su compromiso, destreza y dedicación.

El cúmulo de momentos deportivos, constituyen una hermosa etapa en su vida, merced a lo cual pudo demostrarse a sí misma que la constancia y la disciplina derrumban adversidades, y que son medicinas esenciales para construir buenos deportistas y buenas personas. Gracias al vóley, Yamila conoció hermosos lugares de nuestro país y personas maravillosas que llevará por siempre en su corazón. Amén de esto, el mejor recuerdo para Yami es haber visto la cancha del 9 de Freyre, repleta de gente orgullosa de su equipo. Vio al público alentar sin parar, sintiéndose orgulloso de su identidad local, y de su equipo. En sus ojos almacena cientos de postales que retratan a los freyrenses vibrando de algarabía y emoción en cada encuentro. Recuerda los puntos que les hizo a gigantes como River, ante la mirada atenta de las cámaras de TyC Sports, que cubrían como la pelota se estrellaba contra el piso. Los rostros atónitos de las jugadoras y de los técnicos rivales ante estos episodios, son inolvidables. Para Yamila, el Vóley es mucho más que un deporte. Una anécdota ilustra su compromiso y su nivel de concentración. Cuentan sus compañeras, que antes de ingresar a una final, en la mesa de control le preguntaron a Yami: ¿“Cómo se escribe tu apellido?”. La freyrense respondió de manera magistral: Vagliente, con “V” de Vóley. En ese partido, Yami abolló el piso y los antebrazos de sus rivales, con pelotazos disparados con su mano derecha.

Es difícil explicar en otras latitudes lo que significa ser jugadora de vóley del 9 de Freyre. Es mucho más que tener sentido de pertenencia a una localidad amada, es disfrutar ponerse la camiseta en cada partido, y transpirarla con ganas. Representar a Freyre es sentir placer cuando se gana un clásico y congoja cuando el resulta no se da. Llevar el deporte y el nombre de Freyre bien alto, no es un medio de vida; es un modo de vida, un sentimiento profundo, que expresa que, en el interior del interior, hay talento, ganas de trascender, entrega desinteresada y amor por un pueblo, que aplaude de pie y con ganas, a quienes se atreven a rebelarse deportivamente –y sin abandonar la buena conducta– a los históricos dueños de la pelota del país.

Por los festejos colectivos, por tus remates precisos, por los desafíos afrontados, por los momentos adversos, y por animarte a llevar a Freyre a la gloria deportiva, Freyre te dice: ¡muchas gracias, Yamila! A partir de este momento, el Museo Virtual del Deporte de Freyre, se engrandece con tu presencia, otro sinónimo de talento local. ¡Muchísimas gracias!

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