Elvio Yafar - "Leyenda"

Su historia

No sabemos si es verdad que se juega como se vive, o que se es lo que se come –esas cosas que dicen en la calle y en la cancha– pero sí sabemos que es verdad este hecho que ocurrió al final del primer tiempo o en los primeros minutos del segundo tiempo, en un clásico del 9 de Freyre y Porteña Asociación Cultural y Deportiva. Una pelota perdida que caía del cielo, y que se iba a estrellar contra el piso, para luego rebotar varias veces –para quizás perderse luego por el lateral, pasando desapercibida– fue interceptada por el Turco, quien se elevó, y a un metro del piso, en un movimiento de contorsionista, atrapó la pelota con su pie derecho, para luego ponerla contra el césped y tirarle un caño al delantero que ingenuamente había corrido a toda velocidad para presionarlo.

En ese movimiento, todos entendieron el mensaje que el jugador de Freyre había expresado con sus pies. Con esa maniobra, quedó claro que el Turco no era arquero, que su virtud estaba a ras del suelo, en los empeines de ambos pies –en las falanges y los metatarsianos– y en el dominio excelso de su cuerpo.

Pero paremos las letras un instante, levantemos la vista y aclaremos los tantos, para erradicar cualquier confusión. El Turco en cuestión, es freyrense, se llama Elvio Yafar y uno de los mejores jugadores que dio esta hermosa tierra. Nació el 14 de julio de 1959. Sus padres, Jalil Yafar y Norma Galoppo, advirtieron el cariño de su hijo por la pelota de fútbol, ya desde pequeño, cuando con sus corridas, dejaba surcos en el patio, mostrando indicios de un futuro buen carrilero.

Cuando creció, ingresó a las canchas de fútbol como jugador, y le asignaron la camiseta número 3, cifra que le quedó grabada en su espalda. En el lateral izquierdo de las canchas de la zona están las huellas de sus botines, de su sentido transitar con pelota dominada. Y en las canilleras de los delanteros rivales, quedaron las marcas de algunos toquecitos casuales, esos roces sin mala intención, generados por alguna gambeta inoportuna.

En el clásico al que hicimos referencia, en el que el Turco frotó la lámpara con sus pies, el 9 de Freyre ganó 1 a 0, con gol del Tati Fernández. Al día siguiente todo el periodismo de la zona habló del partido. La frase más repetida, fue: “Yafar se comió la cancha”; “Con Yafar iluminado, Freyre se impuso de local”. No era para menos, porque Elvio “El Turco” Yafar, había sido el intérprete de una orquesta que bailó al rival en todos los sectores del campo de juego, durante el 80% de los 93 minutos (contando los minutos adicionados por el árbitro) que duró el partido. ¡El Turco la rompió! Quite, toque, túnel y asistencias perfectas.

En la memoria colectiva local, brilla una postal del Turco junto a Maciel Vottero y Enrique “Cepillo” Bianchotti, ocupando la defensa del 9 de Freyre, en el año 1985. Eran tres guerreros vietnamitas. Parecían tres eslabones de una misma cadena. Elvio siempre fue un reloj suizo: precisión, funcionamiento sin altibajos y exceso de batería, emanaban de sus botines.

Su perseverancia y respeto fueron constantes, dentro y fuera de la cancha. El destino le sonrió con resonantes triunfos. El brillante lateral izquierdo, integró los planteles del 9 de Julio Olímpico de Freyre, que lograron los campeonatos de 1977 y 1982. Tiempo después, se destacó por su presencia estoica en los campos de juego, durante el Pre-regional del año 1984. Estuvo presente en todos los cotejos, logrando un nuevo apodo: “el Sarmiento del fútbol”.

Su buen desempeño como jugador y como ser humano, lo llevaron a lucir la camiseta de Sportivo Belgrano de San Francisco que, en un destacado evento, enfrentó nada menos que a Boca Juniors.

El Turco pudo permanecer en las filas del verde de San Francisco, pero decidió continuar jugando en el 9 de Freyre, combinando sus horas deportivas con sus labores. Fruto de su esfuerzo y su dedicada pasión por el fútbol, un día recibió un llamado del Club Unión de Santa Fe. El motivo: convocarlo, obviamente. Tras poner varias opciones en una balanza, el Turco decidió rechazar la propuesta para ocuparse de otras cuestiones que consideraba prioritarias. El interés de Unión obedecía a sus habilidades deportivas. Es que Yafar era de los que pintaba el césped con pases correctos, tal vez no siempre con demasiados destellos, pero siempre claros. Era de esos jugadores que hacen simple lo complejo y sin los cuales un buen equipo no logra el adjetivo “bueno”. A fines de la década de 1990, Elvio Yafar fue quien dio el puntapié inicial en el Fútbol de Veteranos en nuestra localidad. En 1998 comenzaron a disputarse encuentros amistosos en Vila, San Francisco, Altos de Chipión, en entre otros lugares. El año posterior, arranca la Liga, con seis equipos participantes. Freyre salió campeón el primer año y el segundo también. El Turco y Cepillo Bianchotti armaban los equipos y también oficiaban de técnicos. En 2011, participaron del provincial y lograron el tercero puesto. Elvio Yafar regó con magnetismo las canchas de la región, integrando el equipo Senior del 9 de Freyre, en la liga morterense, hasta el año 2013. En la zona, cualquiera sabe, que los delanteros por derecha que debían enfrentarlo, ese día buscaban alguna excusa para cambiar de lado. Esgrimían argumentos como el viento, el sol, el estado del campo de juego, y hasta el humo de los choripanes. Es probable que la única razón haya sido evitar rebotar contra el mismo muro defensivo, más de cien veces.

Las piernas del Turco también dieron cátedra en el fútbol barrial municipal. En el año 2004, integró el extraordinario equipo de Barrio Manfrey que se quedó con el campeonato. También incursionó en el fútbol desde afuera de las líneas de cal que delimitan las canchas, como miembro del cuerpo técnico de las divisiones inferiores de su querido Club Atlético 9 de Julio Olímpico de Freyre.

Hace poco, el fútbol y el Turco celebraron sus bodas de oro. Cincuenta años de cariño recíproco, entre un deportista responsable y un deporte maravilloso. Ambos fueron capaces de emocionar los corazones y las gargantas de muchos. A nivel mundial, el fútbol es el teatro de los pueblos, de millones de personas que ven en las piernas de los que corren dentro del campo juego, sus propios anhelos y esperanzas. La pelota rodando por el césped es un torbellino de felicidad que acaricia los rostros de todos los que lo observan el juego desde afuera, agarrados al tejido, y a veces haciendo visera con una mano, frenando los rayos del sol como un rústico stopper. El Turco Yafar nunca se rinde. Siempre está listo para participar en un picadito. Ponerse los cortos, atarse los cordones de los botines y reencontrarse con los arcos, las redes, y los goles, siempre es un viaje a un maravilloso sitio, para él. Su familia, compuesta por Susy (su señora) y sus hijos Emiliano y Magalí, es su mayor fuente de contención, inspiración y alegría.

Ahora bien, si usted lector, no es de Freyre, y llega a esta localidad ansiando conocer sobre el fútbol local y regional, pregunte por el Turco Yafar, en cualquier bar. Hágalo con respeto y con una sonrisa, porque seguro le van a contar que es una leyenda, de esas que se plasmaban en los posters que decoraban las paredes de las casas; un jugador que todos los pibes querían imitar. Eso sí, si dispone de menos de seis horas, mejor espere una mejor ocasión…

Felicitaciones ELVIO “EL TURCO” YAFAR, por defender y representar a Freyre, con los botines bien puestos, sin mezquinar sudor y dedicación. Gracias por señalar con el ejemplo, la importancia de la constancia y la conducta en el mundo deportivo. Y por apostar fuertemente al deporte como fuente de integración comunitaria. Tu nombre ingresa a la galería del Museo Virtual del Deporte de Freyre, y la potencia con creces. ¡Nuevamente felicitaciones y muchas gracias!

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