Su historia
Hay jugadores que practican un deporte y desempeñan un rol único. Hay otros que incursionan en varios deportes con una función concreta en cada uno, pero también existen otras personas, como Horacio Binner, que cumplen varios roles en cuantiosos deportes. Es bien sabido por quienes caminan por el deporte local, que Horacio, alias “El Gringo” Binner, es un jugador de todas las canchas (al menos de casi todas). Profundicemos. Horacio nació en Freyre, el 12 de junio de 1963. Con 56 años cumplidos permanece marcando sus huellas en diferentes campos de juego. Para él, lo más importante, es sentirse feliz haciendo lo que le gusta. El deporte es una buena herramienta para disfrutar y compartir, sembrando amigos, que más temprano que tarde se convierten en los mejores activos que una persona puede cosechar.
Su familia le da las fuerzas que necesita para mantenerse activo y poder cumplimentar sus anhelos más profundos. Pero la ruta del deporte, como la autopista de la vida, exige empeño y habilidades deportivas y conductuales para llegar al destino fijado. Sus padres y hermanos, su esposa, hijos y nietos, fueron desde siempre su centro de contención emocional. En este espacio magnético, donde Horacio se carga de afecto y energías para afrontar sus desafíos.
El paso del tiempo no logró erosionar su optimismo, ni aminorar sus ganas de pisar algún campo de juego para distenderse con alguna práctica deportiva. "Deportista", es mucho más que una característica que lo identifica. Podría ser su segundo nombre, ya que lo define con una precisión milimétrica difícil de superar. Horacio jugó al básquet en la posición de base. Desde su posición en la cancha, armaba jugadas que generalmente concluían en dobles o triples. Con la pelota naranja participó en numerosos torneos regionales dejando en la retina de muchos espectadores, su talento destacable como estratega.
Desde joven también practicó vóley generando numerosos aplausos en los intercolegiales en los que participó en representación del IPEM Mariano Moreno. Su máximo laurel en esta disciplina, lo obtuvo cuando con su equipo se coronó campeón en un provincial disputado en la localidad de Embalse, en el departamento Calamuchita, de la Provincia de Córdoba. Pero quedan varios deportes más por mencionar. Horacio jugó al fútbol e integró el plantel de la reserva y la primera del Club 9 de Julio Olímpico de Freyre. Se caracterizaba por su traslado de pelota al pie, su visión de juego y los pases veloces y precisos. Ejecutaba todos los tiros libres. Se adueñaba de la pelota, la besaba con cariño, la movía dos o tres veces hasta que encontraba el terreno apropiado. Posteriormente miraba el cielo e imploraba mentalmente, que su disparo eludiera la barrera, venciera al arquero y se convirtiera en gol. El pádel y el tenis fueron su manera de lograr equilibrio en su mente inquieta, aún cuando su cuerpo le pase alguna factura por las extensas jornadas de raquetazos y paletazos. Horacio también incursionó como árbitro en el Baby Fútbol, en el fútbol barrial de la década de 1990 y en otros torneos locales. Incursionó en los famosos campeonatos de penales, ocupando el podio en varias oportunidades. Pateaba bien, colocaba la pelota bien contra el palo, arriba, abajo o a media altura, dificultando la labor de los arqueros.
Pronto siguió descubriendo y abriendo puertas deportivas como las bochas. En este terreno obtuvo importantes momentos de recreación y forjó grandes amistades. Actualmente compite como federado porque nunca perdió esas ganas de participar en competencias – el plus de los puntos, le confiere un sabor especial para él–.
En materia futbolística es hincha de San Lorenzo de Almagro. Ese matiz de buenas y no tan buenas rachas que caracteriza al equipo de sus amores, es el mismo que fue moldeando su carácter incansable para ir en busca de su máxima gloria: hacer lo que le gusta hacer. Numerosas fueron las veces que en nombre del Papa Francisco (simpatizante del mismo club que Horacio) suplicó al cielo para que a través de sus disparos, la pelota hiciera inflar las redes o permitiera aumentar el tanteador a favor de su equipo. Con frecuencia empleó este recurso en pargidos de bochas, para solicitar que su bocha quedara acariciando el bochín. Horacio está acostumbrado a trabajar en equipo. Sabe que el esfuerzo colectivo potencia los talentos individuales y es sin dudas el capitán del equipo que más satisfacciones le brindó: su familia.
También destina muchas horas de sus días a la labor que realiza en la empresa Manfrey. Sin dudas, las habilidades emocionales y conductuales adquiridas en el universo deportivo, le son de utilidad para afrontar sus tareas diarias. Un amigo se refirió a la constancia y energías del protagonista de este relato, con esta frase: “Horacio vive marchando como un ciclón” ( en un juego de palabras que vinculan las cualidades individuales de Horacio con el Club Atlético San Lorenzo de Almagro).
Por la diversidad de deportes recorridos por Horacio, los aportes que le efectuó a cada uno de ellos con su denodada entrega en distintos roles, por su concepción de que el deporte es una herramienta de contención e integración social, y por su firme convicción de considerar a la práctica deportiva como una fábrica óptima de desarrollo personal, agradecemos profundamente su extenso recorrido vital vinculado al deporte.
Anhelando que la historia expuesta sirva de norte y potencie la conexión de la sociedad con el deporte, por la importancia social que esto reviste, se torna necesario y urgente expresar con ímpetu, que el nombre HORACIO BINNER ya tiene su merecido lugar en el Museo Virtual del Deporte de Freyre.