Juan Alberto "Quesito" Brezzo - "Millas de valores"

Su historia

El escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, autor de la obra “El Principito”, expresó que “La perfección se alcanza no cuando ya no se tiene nada que agregar, sino cuando no se tiene nada que quitar”. Esta frase tiene estrecha relación con la historia de vida del homenajeado de hoy.

Hace 69 años, un 22 de diciembre, en un lugarcito de nuestro querido Freyre, nacía la popularidad hecha persona. Sus padres, Laura Serrano y Pedro Brezzo, lo llamaron Juan Alberto quizás sin imaginar que ese nombre sería solo para cuestiones “serias”, porque en el corazón de la gente sería “Quesito”, un ferviente hincha de Racing de Avellaneda. Quienes lo conocen en profundidad, afirman que desde la cuna ya manifestaba preferencia por los colores de la “La Academia”.

Todos, alguna vez, nos hemos preguntado por qué hay personas desde la guardería hasta el mismísimo geriátrico, pasando por las oficinas o las aulas de las universidades, alrededor de quienes, los demás se arremolinan. Personas que, sólo susurrando hacen callar a todo el mundo. Así es nuestro querido Quesito, quien se ha ganado la atención y la popularidad justamente porque su voz se reconoce a lo lejos, y no pasa desapercibida. ¿Quién no lo recuerda en sus años de bancario, detrás de una caja haciendo bromas, con su buen humor constante?

Juan Alberto concurrió a la escuela primaria Florentino Ameghino y realizó sus estudios secundarios en el Instituto Mariano Moreno. En esta casa de estudios, allá por 1967 estando en tercer año comenzó a incursionar en el atletismo, guiado por el entonces profesor de Educación Física, Adelmo Vanzetti, y es Eduardo Trossero compañero de curso, quién lo invitó a comenzar a trotar. Primero en el Club 9 de julio Olímpico y luego, mucho más motivados, los hicieron al costado de la ruta provincial 1, en el tramo que une Freyre con Colonia Iturraspe.

El atletismo (en griego [athlos], lucha), es un deporte que contiene un conjunto de disciplinas agrupadas en carreras, saltos, lanzamientos, pruebas combinadas y marcha. Es el arte de superar el rendimiento de los adversarios en velocidad o en resistencia, en distancia o en altura. En cualquiera de sus disciplinas, la preparación mental de un atleta para la competición es un arte que hay que saber manejar para lograr estar entre los mejores. La fortaleza, la motivación y la resolución de dificultades son detalles que pueden llevar del éxito al fracaso en un abrir y cerrar de ojos.

Con esfuerzo, y día tras día, Quesito fue ganando protagonismo en los intercolegiales de atletismo desarrollados en la zona. En aquellos años todo era más difícil, porque las conectividades física y tecnológica eran precarias comparadas con la que existen hoy. Lo que se mantiene igual en el mundo deportivo, es esto: sin constancia, sin aptitud, sin actitud, y sin esfuerzo, no es posible ocupar lugares del podio.

Entre los logros más importantes de Quesito, se encuentran las victorias en intercolegiales a los que asistían alumnos de localidades de la región como Porteña, Brinkmann, Morteros y Vila. Se corrían 3000 metros. Quesito ganó todas las competencias en las que participó, y varias también de 1500 metros. Fue en la localidad de Balnearia donde obtuvo la clasificación para participar de un Regional en La Rioja. Demostró ser una persona poseedora de capacidad física, fuerza, agilidad y resistencia superior a la media y, por ende, era un distinguido en el campo de las actividades físicas, especialmente en las competitivas. Su autoconfianza como atleta, lo inundó de deseos de triunfos, siempre seguro de sus posibilidades de conseguir las metas planteadas. Nunca hizo alarde de sus capacidades, sólo explotó su potencial al máximo, convencido de que eso lo transportaría al cumplimiento de sus objetivos. Siempre fue consciente de que la disciplina era y es un elemento fundamental en la vida de un deportista, ya que los logros deportivos no se consiguen de un día para otro. Hay quienes dicen que las medallas se ganan en los entrenamientos y en las competencias sólo se pasa a recogerlas.

Un párrafo aparte merece la mentalidad positiva, característica innata en Quesito, que se vio reflejada en su deseo de superación personal en todo momento. Su recuerdo o anécdota más importante, es la clasificación al Regional de La Rioja. Otras maratones que quedarán en su memoria y en las retinas colectivas, como las maratones corridas en Córdoba y en Gualeguay (Entre Ríos).

Una de las adversidades que tuvo que superar, fue tener que abandonar en una carrera en La Rioja, por una caída, pero merced a su capacidad de superación, lo tomó como aprendizaje, y con el transcurso del tiempo comprendió que todo lo que vale la pena lleva su tiempo y no se consigue de forma fácil. El verdadero deportista sabe que en el camino habrá adversidades que deberá enfrentar. Un atleta sabe que cada entrenamiento lo acercará a su meta final, a su felicidad. Quesito pudo sortear diversas situaciones, pudiendo sacar el mejor provecho de cada una, ayudado siempre por su autoconfianza, que era su motor. A los quince días de esa competencia, revirtió el sabor amargo que le había dejado la última carrera en La Varillas, donde ganó en las dos categorías que participó, recalcando la hospitalidad de la gente del lugar, ya que se hospedaban en casas de familias. Quesito destaca la infinidad de amigos que cosechó de Devoto, Morteros, Porteña y otras localidades.

Un año después, el profesor Víctor Faya de Porteña, lo llevó a participar a un torneo nacional en la ciudad de Córdoba. Luego viajó a Alicia donde ganó una carrera de 1500 metros, y si bien debía quedarse un día más, decidió volver porque al día siguiente debía correr la "Maratón de los Barrios", en San Francisco. Fueron 10k. Obtuvo el segundo lugar en su categoría y el cuarto en la general. En 1969 volvió a correr esta maratón consagrándose ganador. Ya han pasado cincuenta años de aquel momento memorable en la vida de este gran atleta.

El profesor Vanzetti, Héctor Roggero, Victor Faya, el Padre José y el señor Caffarena (del Cotolengo Don Orione, de San Francisco) son quienes han marcado su historia deportiva y a quienes les está profundamente agradecido.

Su derrota más dolorosa fue no clasificar al Regional de Río Cuarto ¿Pero, ¿qué es una derrota? La palabra derrota ostenta varios usos en nuestro idioma, aunque, sin dudas, el más extendido es aquel que habla del vencimiento que padece alguien, en una cuestión que se hallaba en disputa. No obstante, es imposible pensar a Quesito vencido o derrotado, porque un traspié, o el no haber podido lograr un objetivo, fue tomado por él como un impulso extra para buscar nuevas alternativas que le permitieran superar esa situación, y para armarse de fuerza y valor, para un nuevo propósito. Tal vez allí se forjó en su interior la “resiliencia”, esta capacidad para sobreponerse a los reveses de la vida. Sin dudas, su bondad y nobleza complementaron sus destrezas deportivas.

Quesito, a la hora de destacar a un deportista como su ídolo o referente, hace referencia a dos atletas locales que son sinónimo de entrega y orgullo: Lucrecia Gudiño y Hugo Páez. Los premios más importantes que recibió este veloz atleta freyrense, se los dio su compañera de vida: Alicia, con quien se casó el 6 de agosto de 1977. Juntos llevan décadas de compañerismo, amistad y amor. Fue con ella con quien logró sus más valiosos trofeos: Yanina, Marina y Sebastián, sus hijos. Y es su hijo quién manifiesta sonriendo: “quién no conoce a mi papá, no ha pasado por Freyre”. Y lo define como un ser sensible, fuerte y presente, entre otros valores, que le ha transmitido como papá y que actualmente lo proyecta en sus nietos: Vicky, Meli, Bautista, Violeta, Mora e Ignacio. Seguramente el abuelo Alberto, es una fuente inagotable de historias para ellos, de carreras reales (e imaginarias) que ha corrido en estas joviales casi 7 décadas de vida. En sus nietos, es posible que alguna marca deportiva se conserve, como las que quedaron en el piso de cada carrera en la que Quesito sorprendió a los espectadores, con su velocidad.

Para Quesito Brezzo, las amistades ocupan un lugar importante en la vida de un deportista justamente porque los sentimientos están a flor de piel en cada competencia. Agradecer es uno de los ejercicios más importantes que podemos efectuar en una sociedad, y este valor es el que Quesito les transmite a sus hijos y a sus nietos. Por las millas recorridas, por las anécdotas y por la nobleza sembrada en el deporte y en la vida, hoy Freyre te dice ¡Gracias, Quesito!

La historia deportiva de JUAN ALBERTO BREZZO se hospeda en el Museo Virtual del Deporte de Freyre y sirve para alumbrar el camino de los que vienen. ¡Muchas gracias!

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